Los muertos de Tasajera ya estaban muertos
Por todo
eso, creo que este hecho no debería quedar así, como otra fatalidad más, ni
siquiera aquí donde las catástrofes son parte del orden natural y del
calendario de eventos esperados cada año. Pero no veo muchas ganas e
intenciones en ninguna parte de reconstruir lo que pasó y dónde hubo
responsables. Voy a arriesgar preguntas, solo eso. Las preguntas que se
plantearían en un país civilizado, o al menos en uno donde la vida conserve
algún valor. Vamos de las fáciles y obvias a las difíciles.
La
primera es la de la responsabilidad individual del conductor del camión que se
volcó pues él es el agente propiciador de todo esto. ¿Hubo pruebas de
alcoholimetría?, ¿estaba al día con la revisión técnico-mecánica?, ¿había
dormido bien?, ¿cuándo fue su turno anterior?, ¿cuál es su récord de
infracciones y su historial en la empresa donde trabaja?, ¿iba entre los 30 y
los 50 kilómetros de velocidad que marcan los letreros al entrar en zona
urbana?
El segundo
cuerpo de preguntas tiene que ver con la Policía. Después de las fotos de los
cráneos calcinados o las imágenes de varios hombres corriendo en plena
combustión, lo que más me golpeó fue notar la pasividad de los policías mirando
a la muchedumbre mientras saqueaban el camión, en un acto que era, sin matices,
un robo, pero también una infracción a la cuarentena (luego supimos que al
menos seis de los quemados eran positivos de COVID-19), pero, ante todo, una
afrenta al sentido común, un acto delirante y suicida.
Inquietantes las explicaciones del
coronel Óscar Solarte, comandante de la Policía Metropolitana, de que al sitio
llegaron 11 uniformados pero que la gente no les hizo caso, e inclusive intentó
agredirlos, con lo cual ellos se quedaron observando e insistiendo a distancia
para que se retiraran. Una explicación en la que tácitamente se admite un
fracaso de la Policía, su poca entidad para disuadir aun a la fuerza a un
centenar de parroquianos inermes pero en bandidaje y, sobre todo, en riesgo
inminente de perder la vida. Desolador ese mensaje de “traté pero la gente no
quiso”, en el cual va implícito que la Policía impone la ley solo cuando la
gente la deja y que el ejercicio de la autoridad es relativo y circunstancial.
Adicional, ¿existen unos protocolos para enfrentar el pillaje de vehículos
volcados, algo que ocurre muy a menudo en esas carreteras? ¿Es cierto que mucha
gente en la zona vive de los accidentes de los camiones? Y si lo es, ¿no hay ya
experiencia y procedimientos para controlarlo?
El tercer
bloque de preguntas tiene que ver con la política. Yo quisiera saber cómo votó
Tasajera en las últimas elecciones del Congreso, cómo fue la abstención, si
hubo compra de votos, quién hizo campaña en este corregimiento que es de
Puebloviejo, pero que es una prolongación de los tugurios de Ciénaga. ¿Qué
prometerían y quiénes son los senadores y representantes votados aquí? ¿Qué
plan o planes de Presidencia, de la Gobernación del Magdalena, han tenido que
ver con este caserío donde la miseria extrema está totalmente a la vista?
Esos
políticos son los últimos herederos de una inmoralidad que arrancó hace casi 70
años cuando el gobierno de Rojas construyó sobre la enorme barra de arena, en
la parte alta de la Ciénaga Grande, una pésima carretera, responsable del peor
crimen ecológico en toda la historia, que convirtió en un lodazal moribundo
gran parte de este cuerpo de agua y condenó a la miseria y al hambre a las
comunidades que vivían en su orilla norte. La gente de Tasajera del 2020 es
nieta y hasta bisnieta de esos pescadores de los años 50 que se quedaron a
vivir sobre su basura y sus excrementos en sus casas lacustres. Sería demasiado
exigir las identidades de los responsables por las decisiones y las obras del
siglo pasado, pero en los últimos 20 años sí ha quedado demostrado sin
atenuantes que Corpamag, responsable de la Ciénaga, es uno de los agujeros
negros de la corrupción en Colombia. Así, se han esfumado inversiones
multimillonarias en dragados a los ríos Aracataca, Fundación, Sevilla, Frío y
otros caños que la nutren, con lo cual el equilibrio ambiental no se ha
recuperado, ni las comunidades que viven allí. Fiscal Barbosa, a usted que le
gusta revivir procesos viejos, como el de Aníbal Gaviria, ahí tiene bastante
arqueología para demostrar resultados. Esa corrupción tiene mucho que ver con
los muertos del lunes pasado.
Las últimas preguntas tienen que ver con el otro gran responsable de
esta tragedia: la misma gente de Tasajera. Si nadie se ha atrevido a cuestionar
a la Policía, a la comunidad mucho menos. Algo sugerí en redes hace unos días y
se me vinieron encima unos cuantos por la infamia de juzgar desde mi cómodo
sofá bogotano. Entiendo que el momento no sea propicio para cuestionar a las
víctimas; el horror del suceso no lo facilita, la precariedad de sus
condiciones sociales lo hace casi criminal. La ignorancia, la falta de estudio,
la desnutrición, la desesperanza, todo eso innegable y vergonzoso, matiza su
responsabilidad pero no la anula. Peligrosa, y hasta insultante, esa
conmiseración que vuelve inimputables a los pobres, a quienes la miseria los
exime de culpa y sentido común, y que ubica la supervivencia como su pulsión
dominante y única con lo cual legitima la amoralidad. Eso es tan extremo como
la postura de ultraderecha que los subsidia y luego los llama atenidos.
Por: Sergio Ocampo Madrid
tomado de: El Tiempo
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